PostHeaderIcon esiste el arte español 22/01/2011

Sigue siendo uno de los temas más espinosos, complejos e incómodos de la cultura en nuestro país. ¿Tiene el arte español alguna visibilidad fuera de España? ¿Sigue siendo imprescindible irse fuera para triunfar? ¿Cuál es el compromiso de los museos con el arte español? ¿Qué papel juega la política cultural? ¿Es ARCO útil para la internacionalización? En el debate participan algunas de las voces más destacadas del mundo del arte actual, como Manuel Borja-Villel, Gerardo Mosquera, Agustín Pérez Rubio, Eva González-Sancho, Dora García, Martí Manen, Juana de Aizpuru, Marta Cervera, Elena Vozmediano, Manuel Olveira y Carolina Grau, así como el comisario americano Dan Cameron, quien da una visión del arte español llena de espinas. En un mapa de lamentos, acusaciones y autodefensa, buscamos las razones pero, sobre todo, las soluciones para mejorar la presencia del arte español fuera.
El lugar que ocupa el arte español en el contexto internacional es un terreno lleno de fantasmas. “Es un misterio”, asegura el comisario cubano Gerardo Mosquera. “España tiene muchísimos eventos, pero hay un gran déficit del artista español en el reconocimiento internacional. Hay un gap, un hueco, un espacio en el que falta conexión”. Afincado en La Habana, donde fue fundador de su bienal en 1984 y desde donde gestiona exposiciones, textos y asesorías, analiza la situación del arte España con la proximidad que le otorga el hecho de estar al mando de unos de los mayores eventos artísticos de nuestro país, el festival PHotoEspaña, que arrancará el próximo 1 de junio. El enfoque lo tiene claro: “Va a haber una presencia importante de artistas españoles pero no lo hago por una cuestión de cuotas. Mi interés es internacionalizarlo aún más, por eso se me contrata”.Dime de lo que presumes...La falta de reconocimiento que, según Mosquera, hay del artista español fuera contrasta con la fuerte presencia internacional que tienen los comisarios españoles. Muchos son los que llevan a cabo su carrera profesional fuera de España: Enrique Juncosa, al frente del IMMA en Dublín; Marta Gili, en el Jeu de Paume de París; Katya García-Antón, responsable del Pabellón de España en la próxima Bienal de Venecia, es la directora del Centre d'Art Contemporain de Ginebra; Rosa Martínez es la persona que más bienales ha organizado; María de Corral sigue su trayectoria internacional como comisaria del Museo de Dallas; Chus Martínez acaba de dejar su puesto en el MACBA para incorporarse al equipo de la Documenta 12; Vicente Todolí estuvo al frente de la Tate Modern de Londres 7 años; Eva González Sancho es la directora del FRAC en la localidad francesa de Dijon; Bartomeu Marí, antes de llegar al MACBA, fue director del Witte de With de Róterdam; Octavio Zaya participó en la Documenta 11; Leire Vergara, comisaria de la bilbaína Sala Rekalde fue finalista para la Bienal de Berlín 2012 y Agustín Pérez Rubio, actual director del MUSAC lo es para dirigir la próxima Bienal de São Paulo...Muchos son, también, los artistas que optan por trabajar fuera de España. Barceló; Ángela de la Cruz; Jordi Colomer; Esther Ferrer; Alicia Framis; Antoni Muntadas; Lara Almárcegui; Santiago Sierra; Elena del Rivero; Ester Partegàs o Daniel Canogar, entre muchos otros. El arte español fuera existe, ¿por qué no acaba de ser del todo visible? ¿Cuál es el problema? ...y te diré de lo que carecesPara empezar, carecemos de tradición. “En el arte español estamos arrancando, como quien dice. Uno de los principales problemas es que miramos fuera sin haber analizado las condiciones de nuestro propio contexto. Sufrimos “el mal del otro”, pensamos que todo lo que hace el internacional es mejor. Mirar fuera está bien, pero no hay que olvidar lo que tenemos aquí, que es mucho ”. Lo dice Agustín Pérez Rubio, crítico con el modo en que se vende la imagen de lo español: “Es vergonzoso que, en la última Bienal de Venecia de Arquitectura, el catálogo dejara vacías las cuatro páginas dedicadas al pabellón español por no llegar a tiempo, teniendo a cuatro arquitectos españoles como ejemplo de la buena salud de la arquitectura española. Eso mata cualquier tipo de imagen profesional que queramos construir”. La galerista Juana de Aizpuru no es menos crítica: “En la Bienal de Venecia, es raro el año que se tiene en cuenta al pabellón español y es muy criticado, aunque ha habido veces que ha dejado bastante que desear. En esos eventos universales es donde hay que presentar buenos proyectos. El problema está “en casa”. Es imprescindible defender mucho más lo nuestro y destinar más dinero al arte”.Hablar mal de EspañaPara ver cómo podemos participar más del mapa global del arte, es imprescindible saber qué más podemos ofrecer. Lo explica Manuel Olveira, desde 2009 instalado en Berlín, tras su etapa como director del CGAC de Santiago de Compostela: “Esa ‘obsesión' se explica por nuestra peregrina historia en el siglo XIX, el aislamiento de la dictadura franquista y una falta de tradición en arte contemporáneo que, desde los 80, nos hemos apresurado a solventar (para bien y para mal). Pero, tras tantos esfuerzos, no nos hemos quitado de encima el complejo de inferioridad que denota nuestro empeño por ser internacionales. No te puedes imaginar la cantidad de españoles que me he encontrado fuera empeñados en hablar mal de España. Siempre creen que lo que importamos de Basilea o de Londres es lo que vale la pena. Así que nos hemos dedicado a copiar, a intentar ser como ellos, pero como no tenemos sus infraestructuras, ni su poder, ni sus medios, hemos acabado no siendo nada”.El comisario gallego clama a gritos un “cambio de chip”: “Falta autoestima, creer en nosotros mismos, dejar de quejarnos y actuar. Apostar con firmeza por la construcción de un contexto. Eso nos haría más creíbles y hasta deseables. Actuar de forma cooperativa para planificar actuaciones de largo alcance. Eso nos situaría fuera con mayor visibilidad y calado”, sentencia.Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, tiene claro dónde está el error: “Deberíamos preguntarnos por qué otras disciplinas, como la arquitectura o la música, no sufren este problema, o por qué, a pesar de todos los esfuerzos y energías invertidas en estos años, este asunto sigue sin resolverse. ¿No será que los planteamientos han sido equivocados y que la ansiedad por ese reconocimiento internacional ha sido quizás parte del problema? La búsqueda del reconocimiento internacional está, de antemano, condenada al fracaso porque es siempre académica y acomodaticia. Hay que contribuir a una visión menos sucursalista y más avanzada de lo que aquí ocurre”.Espíritu constructivoCualquier solución posible por mejorar la imagen, proyección y presencia del arte español fuera de España pasa por reforzar su debilidad estructural. “Es necesario contar con una estructura fuerte, que se mantenga con los cambios de gobierno. Ministerios, Consejerías, Ayuntamientos, Diputaciones... son vasos comunicantes que tienen un mismo fin cultural. La comunicación es fundamental”, añade Agustín Pérez Rubio. Pequeños cambios en costumbres y métodos de trabajo conllevarían una mejora sustancial. Podría importarse el espíritu del work team americano, donde cada eslabón cuenta, generando un trabajo conjunto. “Al no haber ley de mecenazgo, ni siquiera un IVA cultural, el Estado se arroga mucha responsabilidad que canaliza sobre todo a través de los museos . Todos trabajamos para el mundo del arte, no sólo para nosotros mismos. En lugar de degradar al competidor es mucho más productiva la colaboración y el apoyo mútuo”, explica la galerista Marta Cervera. “Hasta que el artista español no es conocidos fuera, aquí nadie le hace caso. Luego dicen que no somos precursores de nada”.Y lleva razón. Para lograr esa imagen de cohesión es imprescindible trabajar bajo una“conciencia de red”: “No puede ser que los museos no tengan canales para compartir invitados. Cuando invitan a un ‘súper comisario' en pocas ocasiones le pasearán para que se encuentre con otras personas y visite otras exposiciones. Consiste en gastarse un par de noches más de hotel y en hacer agendas de visita. No es muy caro y es muy rentable”, explica el comisario Martí Manen, uno de los tres responsables de la feria JustMadrid, que se celebrará en febrero.Tras siete años trabajando en Estocolmo y pasar por el Instituto Cervantes, Manen es crítico con la política cultural de nuestro país: “La desconfianza es la base de las relaciones entre arte y política. Parece que nadie se da cuenta de lo barato que es exportar arte contemporáneo. Un Ministerio puede dar apoyo económico para un cortometraje mediocre o, con el mismo dinero, realizar una exposición de primera categoría. Con lo primero no hay dudas, con lo segundo sí, y resulta que lo segundo puede ser infinitamente más rentable. Pero nadie quiere pensar que es un paleto porque no entiende lo que apoya. Lo siento, pero no hay nada que entender: son otros códigos”. No hay más vuelta que esa: una mayor planificación y compromiso por el arte facilitaría la exportación del arte español fuera.Abrirse al exteriorUn mejor programa de residencias para artistas y comisarios extranjeros ayudaría a abrirse al exterior. La escasez actual de espacio para artistas la denuncia la Dora García, que este año representará a España en la Bienal de Venecia y quien, tras veinte años trabajando fuera, acaba de trasladarse a Barcelona: “Es fundamental potenciar la ambición de trabajar en otro país en el periodo de formación”, explica.De entrada, el trabajo parece titánico pero es más fácil de lo que parece. Todo tiene que ver con la voluntad. Hay ejemplo de ello en otros países, como el DAAD -el servicio alemán de intercambio académico- que atraería la capacidad intelectual tanto nacional como internacional; programas para que comisarios extranjeros conozcan lo que ocurre en España como los de OCA, en Oslo o en La Galerie, en París, gracias a la cual la comisaria española Carolina Grau explica haber pasado 3 meses conociendo de cerca la escena francesa. “No es cuestión de hacer pocas y grandes cosas, sino de hacer más y de manera más continuada”, explica. “Parece que la promoción en el arte español es una campaña de publicidad y tendría que hacerse de modo más diversificado, flexible y democrático”.Este museo también es míoLa responsabilidad del museo, y en especial el del Reina Sofía, como lanzadera del arte local sigue siendo una piedra en el zapato en este camino hacia lo internacional. En los últimos 3 años, el museo ha realizado 13 muestras de artistas españoles vivos, aunque sólo 5 han sido grandes exposiciones y 2 de ellas estaban ya programadas antes de la llegada de Borja-Villel. Las críticas no son pocas, aunque éste insiste en que, “la programación no discrimina en absoluto aquello que ha ocurrido en nuestro país, sino todo lo contrario” y que, recientemente, se han incorporado a la colección del museo “obra de 76 artistas nacionales y 48 extranjeros”. “Con todo-insiste- el problema no es de cuotas, ya que una visión cuantitativa del arte es necesariamente muy limitada”.El problema con los museos no está únicamente en la responsabilidad con la escena local sino su relación con la política. "Sentar las bases de un proyecto artístico para un espacio de arte, plantear un programa y definir la política del mismo, requiere bajo mi punto de vista un mínimo de 5 años. Cuando ese plazo de tiempo no puede ser respetado por calendarios políticos, que han terminado a veces en el despido de un director de institución, me parece difícil que se lleve a cabo un proyecto fuerte, porque el compromiso es demasiado ligero”, explica Eva González Sancho, directora del FRAC en Dijon.La batería de ideas para mejorar nuestra presencia fuera sigue de la mano de Elena Vozmediano, presidenta del IAC (Instituto de Arte Contemporáneo) y crítica de El Cultural, para quien es fundamental “evitar los “desembarcos” espectaculares y carísimos en favor de una continuidad en los proyectos de menor escala. Más valen 100 artistas con presencia en buenos museos, galerías o proyectos colaborativos que una cúpula de Barceló. Hasta hoy, ni Exteriores ni Cultura se han tomado en serio esta asignatura pendiente. Estamos a la espera del Plan Nacional que se está elaborando y de una presentación de la nueva sociedad estatal SEAC. Ojalá se pusiera aquí el mismo empeño que en la ley Sinde”.Nueva sociedad estatalLa SEAC (Sociedad Estatal de Acción Cultural) es la fusión de las antiguas SECC (Sociedad de Conmemoraciones Culturales), SEACEX (de Acción en el Exterior) y SEEI (de Exposiciones Internacionales). Al mando está Charo Otegui, antes responsable de SEACEX, quien valora de manera muy positiva todo el trabajo hecho hasta ahora: “Ha habido importantes proyectos para situar el arte contemporáneo fuera, con muestras de artistas españoles y las visitas de comisarios y directores de instituciones extranjeros, algo que va a continuar. Lo más urgente es unificar esfuerzos y eso es lo que ha hecho el gobierno con la creación de esta nueva sociedad estatal”. Mientras, el PP ya ha hecho público su proyecto de Acción Cultual Exterior que pasa por unificar toda la promoción bajo la única imagen del Instituto Cervantes, algo que sería incompatible con la SEAC.Con todo ese revuelo político en el aire y ARCO a menos de un mes de celebrar su 30ª edición, la feria sigue viéndose como nuestro único gran evento internacional. Otro fantasma. Manuel Olveira reclama también, ahí, un cambio de rumbo: “Las cosas han evolucionado lo suficiente como para que ARCO deje de serlo todo y sea lo que tiene que ser: una feria”.


PostHeaderIcon ASOCIACIÓN ARTISTAS VISUALES DE ANDALUCÍA (AVA)


El sábado 18 de diciembre de 2010 se celebró en la sede del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo en el Monasterio de la Cartuja de Sevilla, la asamblea constituyente de la Asociación Artistas Visuales de Andalucía (AVA).


La asociación nace con los objetivos de representar a los artistas visuales, defender y promover sus intereses, contribuir a la cohesión y a la profesionalización del colectivo y a la promoción del arte contemporáneo en Andalucía. En la reunión se aprobaron los estatutos, la denominación de la asociación y se eligió la junta directiva provisional que se encargará entre otras cosas de tramitar el registro de la asociación.


Al tratarse de una comunidad tan extensa como la andaluza, los estatutos recogen que en los ámbitos geográficos donde haya un mínimo de quince afiliados se podrán constituir comisiones territoriales que tendrán las funciones de representar, defender y mejorar las condiciones sociales, profesionales y culturales de los artistas de su entorno más próximo.


Además de la figura de socio de número los estatutos contemplan también las de socios colaboradores, benefactores y honoríficos además de una categoría especial que dispondrá de cuotas reducidas para menores de 30 años y estudiantes. La asamblea constituyente eligió como presidente al artista sevillano Curro González, ocupando las dos vicepresidencias Blanca Montalvo y Jesús Palomino respectivamente. Como secretaria de la asociación actuará Gloria Martín mientras que José Miguel Pereñiguez lo hará como tesorero. Se han elegido un total de diecisiete vocales entre los que se encuentran Carlos Miranda, Celia Macías, Fernando Clemente, Isidro López-Aparicio, Jacinto Lara, Jesús Algovi, Juan Ángel González de la Calle, Juan del Junco, Manuel Antonio Domínguez, Manuel Pedro Rosado Garcés, Marina Rodríguez Vargas, Miguel Pablo Rosado Garcés, Paka Antúnez, Ramón David Morales, Simón Zabell y Tete Álvarez. Aquellos artistas interesados en recibir más información podrán dirigirse a la dirección de correo: proasociacionavandalucia@gmail.com

PostHeaderIcon Sociedad Estatal de Demoliciones Culturales - Fernando Castro Flórez

No tengo en este momento ninguna intención de lanzarme a una especulación estética o a consideraciones abstractas y sesudas. Únicamente quiero, en este contexto caníbal, llamar la atención sobre el fenómeno altamente preocupante del desmantelamiento cultural en España. Algo va mal y no hace falta leer a Tony Judt para cobrar conciencia de ello. La mezcla de la catástrofe financiera global con la impotencia de los políticos para plantear soluciones que no sean el definitivo desmantelamiento del así llamado “estado del bienestar” están propiciando una estrategia de acoso y derribo a todo aquello que se considera “superfluo”. Con la excusa de que “estamos en momentos difíciles” se han realizado recortes increíbles en los de suyo mínimos presupuestos dedicados a educación y cultura. Es lógico que gobernantes extraordinariamente incultos e incluso catalogables en el límite mínimo de la alfabetización consideren que no es prioritario realizar exposiciones de arte contemporáneo, promover la danza actual o financiar investigaciones universitarias en temas que no sean “de utilidad general”.

Es sobradamente conocido el desprecio y la ignorancia manifiesta de la clase política española que solamente ha utilizado a los “culturetas” de turno cuando ha necesitado hacerse una foto propagandística. Ni siquiera el mítico “club de la ceja” podrá, a estas alturas, estar satisfecho con la gestión del naufragio. Hay multitud de datos que me atrevo a calificar de macabros, signos de que, como suele decirse, el grifo se ha cerrado. En realidad, nunca salió del pozo otra cosa que un par de cubos. Como apuntara Adorno hace más de cinco décadas, el poder hace gestos ceremoniales impresionantes para entregar los presupuestos de la cultura como si fuera auténticamente limosna. España vivió, desde los años noventa, un fenómeno delirante y vertiginoso de inauguración compulsiva de museos, auditorios y centros de arte, los equivalentes de los pantanos franquistas aunque sancionados por el “espíritu democrático”. Poco importó que la clave del asunto no fuera otra que la precipitaci ón, el oportunismo electoral y que, en el fondo, no hubiera apenas proyectos y tampoco ninguna voluntad de mantener los establecimientos más que como “pirámides” vacías. Basta recordar el fenómeno paradigmático del Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo que puso en marcha Rodríguez Ibarra justo antes de unas elecciones autonómicas que fueron las primeras en las que casi pierde la mayoría absoluta.

A partir de ese traspiés la cárcel convertida en Museo, en un guiño inconscientemente foucaultiano, quedó a la deriva, sin apenas presupuesto, entregada a la precariedad más patética. ¿Cómo se puede estar más una década en ese plan?¿Es lógico que los ciudadanos tengan que ver como las instituciones culturales que se han financiado con sus impuestos no sean otra cosa que un lugar en el que la vida es “vegetativa”, donde únicamente hay presupuesto para mantener inercialmente a los que trabajan ahí? Hemos recibido noticias de que, por ejemplo, el Museo Barjola de Gijón no tendrá ni un euro, así como lo digo, de presupuesto para el año 2011. Mientras los prohombres asturianos se gastan millones de euros en el Centro proyectado por Niemayer en Avilés (un espacio dedicado a los premios Príncipe de Asturias que no sabe que misión cumplirá salvo la de ser parte de la pirotécnica habitual de la “sociedad del espectáculo) y se mantiene el dislate de Laboral (una historia absolutamente descontextualizada que estaba destinada a no aportar otra cosa que “glamour” y pseudo-contemporaneidad), resulta que hay que enterrar el proyecto de exposiciones que se hacían, modestamente pero con rigor, en el Barjola. Bastaría haber sido un poco sensatos y haber “recortado”, si tal cosa es inevitable, a los macro-centros megalómanos mencionados, para evitar lo que es, con todas las letras, un atentado artístico-cultural. El CGAC y el IVAM han visto como sus respectivos presupuestos quedan en “chocolate del loro” y, por tanto, ni podrán mantener una mínima estrategia de colección ni plantear proyectos ambiciosos a la altura, por lo menos, de su historia reciente. No necesito seguir con una lista cartográfica de la angustiosa situación en que se ha puesto a los museos en España, ni tampoco detenerme a mostrar como eso mismo sucede en la danza, el teatro, la música y, lo que es peor, la enseñanza universitaria.

¿Era necesario masacrar a la cultura para “salvar la economía! del país?¿Se puede apostar por algo mejor en el futuro inmediato cercenando los proyectos creativos, enterrando la frágil economía de la cultura, convirtiendo la gestión en miseria para todos?¿Por qué se ha realizado todo ese hiper-burocratizado proceso de “adaptación” a Bolonia sin invertir ni un euro, convirtiendo la educación superior en un redil penoso para una juventud avocada al más siniestro de los horizontes? Tiene razón Loretta Napoleoni cuando analiza lo que denomina la “Economía canalla” como la nueva realidad del capitalismo. Resumiendo el asunto podemos indicar que en los últimos años el único afán ha sido el de maximizar los beneficios de una serie de grupos financieros de gran poder mientras el poder político ha tomado la drástica decisión de abandonar todas las obligaciones de protección social. Estamos, no quiero ser apocalíptico pero tampoco un ingenuo entontecido, retrocediendo a una época de “esclavización”. Hoy, en un programa de alaridos administrados! donde se “juzga” cualquier cosa, he escuchado a una “empresaria” que había decidido pagar únicamente el 40% del salario a sus trabajadores; un espectador ha recriminado a la demandante porque, según él, en “esta situación tan grave” lo que hay que hacer es arrimar el hombro y “además hay miles de personas que están dispuestas a trabajar aunque sea cobrando menos que lo que vosotros recibís”. Tiene cojones la cosa: resulta que hemos interiorizado la ilegalidad de la época de forma tal que estamos dispuestos a aceptar de buen grado la injusticia e incluso amar la cadenas. ¿Cuál, me planteo ahora, es la razón para que en una situación tan abismal como la que vive la cultura española no se estén escuchando apenas voces críticas?¿Por qué los directores, apoltronados en sus despachos, legitimados por la cantinela de “las buenas prácticas”, no hacen otra cosa que silbar en el vacío?¿Qué apatía colectiva ha llevado a que los artistas, los curadores, los críticos de arte, los gestores, los galeristas y todos aquellos (muchísimos aunque bastantes de el! los poco visibles) implicados en el arte de nuestro tiempo, “recortadora” que quien calla otorga. Silencio cómplice o miedo para-funcionarial, conciencia desencantada o impotencia crítica. Lo que tengo claro es que de nada sirve seguir callados, aceptando la demolición de la cultura o incluso poner de cara de póquer ante la previsible privatización de la educación en todos los niveles. No pretendo hacer una proclama anarquista pero habría sido más lógico que cerraran definitivamente todos esos museos y centros que con tanta ansiedad descerebrada inauguraron en vez de mantener la puerta abierta para que el público asista a un entierro alegórico. Hay signos de rigor mortis cultural. La partitocracia corrupta exige que nos apretemos el cinturón y que aceptemos la pérdida de derechos laborales históricos. Tendremos que jubilarnos mucho más tarde y, tampoco necesito jugar el papel de agorero, puede ser saludable que nadie cobre pensión ni paro, no sea que los bancos pierdan los ! beneficios que reclaman como fieles guardianes del (des)orden global. La canallada del turbo-capitalismo nos ha afectado a todos, como una locura (a la griega) que llegó sin que nadie la esperara. Teníamos bastante con el totemismo del ladrillo y el cuento de la lechera de las hipotecas podridas. La cultura no era otra cosa que un barniz espeso o una crema pastelera, un sitio en el que dar abrazos, sonreír estúpidamente y dar un discurso inaugural de lo más plúmbeo. Ahora hay que “tomar medidas ejemplares” aunque eso suponga entrar en el estado catatónico. Lo peor de todo, insisto, es que en este proceso de acoso y derribo los damnificados, que somos todos, nos jodemos y nos callamos.

PostHeaderIcon CLASICOS QUE CRUZAN FRONTERAS

Nueva York, Londres y París siempre ofrecen exposiciones de altura. Este fin de año destacan las de Edward Hopper, Paul Gauguin y Monet, junto a otras no menos significativas.

Se anunció a finales del siglo pasado el declive de las grandes exposiciones, pero lo cierto es que el esfuerzo por reunir la mayor cantidad posible de obras de un artista o tema significativo para montar una amplia muestra sigue siendo uno de los objetivos de los grandes museos. Las principales capitales del arte tienen actualmente una serie de exposiciones que no solo vale la pena visitar si se viaja ahí, sino que pueden ser motivo para desplazarse especialmente.

La construcción progresiva de la mirada y la noticia en otros webs webs en español y en otros idiomas.

En el barrio neoyorquino de Chelsea las galerías acogen las nuevas tendencias artísticas: la pintura y los artistas latinoamericanos

Si hablamos de arte, pocas cosas son tan genuinamente americanas como el expresionismo abstracto o la figuración de Edward Hopper. La siempre atractiva temporada de exposiciones neoyorquina tiene a ambos como grandes protagonistas del otoño y el invierno artístico, una espectacular oferta que se completa con la exposición que el Guggenheim neoyorquino dedica al arte europeo de entreguerras y que se podrá ver en Bilbao a partir del 21 de febrero.

Expresionismo abstracto en Nueva York se puede ver en el MOMA hasta abril. Más de trescientas obras distribuidas en diez salas dan cuenta de un movimiento que se desarrolló entre los años veinte y cuarenta, y que convirtió Nueva York en la capital del mundo artístico. Las obras de gran formato y de impactante colorido se suceden. Jackson Pollock, Barnett Newman, Arshile Gorky, Lee Krasner, Willem de Kooning, David Smith, Joan Mitchell y Mark Rothko están ampliamente representados en una exposición realizada básicamente con el fondo de armario del museo y de algún préstamo de coleccionistas norteamericanos.

Con Edward Hopper ocurre casi como con Picasso, que no hay temporada en la que desde algún rincón del mundo se le dedique una retrospectiva centrada en el aspecto concreto de su riquísima producción artística. Si en la pasada primavera se pudo ver en Roma sus años parisienses, en esta ocasión, el Whitney Museum pone al artista en comparación con sus contemporáneos. Tiempos modernos: Edward Hopper y su época, que se puede ver hasta el 10 de abril de 2011. El escenario de todos ellos es Nueva York y sus alrededores. Las transformaciones industriales de comienzo del siglo pasado, los ferrocarriles, las gasolineras, los hoteles y la permanente soledad de los hombres y mujeres que pasean por un mundo que parece superarles. Son 80 las obras de Hopper que se muestran junto a las de los paisajistas americanos de su época; una comparación en la que Hopper sale más victorioso que nunca.

Caos y clasicismo. Arte en Francia, Italia y Alemania 1918-1936, en el Guggenheim de Nueva York, es una de las pocas exposiciones que no tira de las colecciones propias y que está armada en torno al arte que se realiza en Europa entre el final de la Primera Guerra Mundial y los prolegómenos de la Segunda. Es el arte que se hace en Francia, Italia y Alemania, aunque entre las 150 obras que se exhiben hay también obra de artistas (80 en total) de otros países. Es un tiempo que parte del horror y de las ruinas que deja la Gran Guerra. Los artistas se inspiran en los modelos de la belleza perfecta de las culturas clásicas para huir de la fealdad del mundo que les rodea. A la pintura y escultura se unen la arquitectura, la fotografía, la moda, el cine y las artes decorativas. Obras de Braque, De Chirico, Carrá, Otto Dix, Maillol, Léger, Matisse, Mies van der Rohe, Picasso, Ponti, August Sander se mezclan con las de artistas menos conocidos como Julio Bissier, Oppi Ubaldo, Herbin Auguste o Hoerle Heinrich. Dos películas de Jean Cocteau y la recuperación de una de las más polémicas cintas de Leni Riefenstahl (Victory of the Faith) cierran una exposición imprescindible.

Con todo, la propuesta más excitante está en Chelsea. Los antiguos mataderos, escenario de tantas películas de la mafia, han sustituido al Soho. Las galerías de arte y las tiendas de moda se han mudado de casa. Los nombres más prestigiosos acogen las nuevas tendencias artísticas que curiosamente están llenas de pura pintura y de nombres latinoamericanos.

Paul Gauguin es la estrella de la Tate Modern, de Londres. El "hacedor de mitos", como se subtitula la exposición (hasta el 16 de enero de 2011), una de las más visitadas de la temporada, plantea una comprensión profunda de este aventurero y artista que renovó con audacia el universo de la pintura de su tiempo. La muestra incide en detalles de su vida que con el tiempo se convierten en señales claras dentro del desarrollo de su obra. La muestra está organizada en secciones temáticas, no en una secuencia cronológica, aunque en cada etapa se aportan datos elocuentes de su vida. Si se visita esta exposición se puede aprovechar para echar una mirada a la comentada instalación del chino Ai Weiwei, con millones de semillas de girasol hechas de porcelana y pintadas a mano una a una.

La Tate Liverpool acaba de inaugurar otra exposición, abierta hasta el 13 de marzo de 2011, para la que vale la pena el viaje. Se trata de una gran retrospectiva del coreano Nam June Paik (1932-2006), uno de los padres del arte tecnológico. Sus videoinstalaciones, para las que solía utilizar televisores de viejos modelos, siguen teniendo el loco encanto y humor de cuando fueron creadas.

En París quien manda es Claude Monet con la gran exposición que se le dedica en el Grand Palais, hasta el 24 de enero de 2011. Una muestra que se ha convertido en el éxito de la temporada porque reúne obras que permiten rastrear todas las etapas de su carrera desde la década de 1860 hasta sus últimas pinturas, la serie de las Nymphéas. Al igual que en la de Gauguin, el recorrido por estas salas permite reconstruir la asombrosa evolución de unas ideas y enfoques algo dubitativos hasta el terreno más sólido de un estilo propio.

Pero quizá a muchos les resulta más atractiva alguna de las propuestas del Centro Pompidou, que concentra ahora varias muestras interesantes. Quizá destaque la de Mondrian-De Stijl, hasta el 21 de marzo de 2011, un recorrido cruzado que analiza los trabajos del artista holandés durante su estancia parisiense entre 1912 y 1938, a la luz de este movimiento esencial del modernismo europeo en el que participó. El Pompidou alberga simultáneamente las exposiciones de Nancy Spero (hasta el 10 de enero de 2011), Gabriel Orozco (hasta el 3 de enero de 2011) o Arman (hasta el 10 de enero de 2011).

Autores: ÁNGELES GARCÍA Y FIETTA JARQUE 25/12/2010

PostHeaderIcon La Comisión Europea no considera 'arte' las obras de Bill Viola y Dan Flavin






La Comisión Europea, en una decisión al menos sorprendente, ha revocado una decisión anterior adoptada por un tribunal de impuestos de Reino Unido, negándose a clasificar varias piezas de Dan Flavin y Bill Viola como "obras de arte".


Esto significa que a partir de ahora las galerías y casas de subastas británicas tendrán que pagar el IVA máximo –que el próximo año subirá al 20%– así como los gastos proporcionales de aduana sobre las obras de vídeo y esculturas de luz cuando estas sean importadas desde fuera de la UE. La decisión es vinculante para todos los Estados miembros.

La nueva clasificación de estas obras va en contra de una sentencia anterior dictada por un tribunal de Reino Unido en 2008 tras la batalla legal iniciada después de que la galería Haunch of Venison importara en 2006 seis instalaciones de vídeo desmontadas de Bill Viola procedentes de EE.UU. y tratara también de importar una escultura de luz de Flavin, declarándola como "escultura", con lo que únicamente debería haber pagado un 5% de IVA como obra de arte.

Sin embargo, las autoridades aduaneras rechazaron esta clasificación, cargando a la galería con unas tasas de 36.000 libras. En 2008, Haunch of Venison apeló la decisión y ganó: el tribunal especial para el IVA e impuestos de Reino Unido determinó que dichas obras eran de hecho "arte" y sólo les correspondía pagar un 5% de IVA.

Decisión sorprendente.

Ahora, la Comisión ha anulado esta decisión. En su resolución se describe una obra de Flavin como "con las características de los aparatos de iluminación... y por lo tanto debería ser clasificada ... como aparatos de iluminación de la pared". En cuanto a Viola, el documento dice que las instalaciones de vídeo y sonido no pueden ser clasificadas como una escultura "ya que no es la propia instalación la que constituye una obra de arte, sino el resultado de las operaciones (el efecto de luz) llevadas a cabo por ella".


El abogado especializado en temas de arte, Pierre Valentin, quien en aquellos momentos representaba Haunch of Venison, ha comentado al respecto a The Art Newspaper: "Las razones dadas por la Comisión Europea para la clasificación de las obras de Bill Viola y Dan Flavin como, por ejemplo, proyectores y accesorios de luz de pared, son increíbles. Sugerir, por ejemplo, que una obra de Dan Flavin es una obra de arte sólo cuando está encendida, es cómico. Los tribunales nacionales de dos Estados miembros de la Unión Europea como Reino Unido y Países Bajos han considerado la clasificación de vídeo y las instalaciones de luz y han coincidido en que ambas deben ser declaradas como arte, amparadas por el artículo 97 del Arancel Aduanero Común. Uno tiene derecho a preguntar si la Comisión ha hecho un uso juicioso de sus poderes haciendo caso omiso de estas decisiones judiciales".

PostHeaderIcon REDES SOCIALES Y GALERÍAS DE ARTE


La mayoría de los galeristas españoles desaprovecha el potencial de las nuevas tecnologías sociales para difundir el trabajo de sus artistas. Poco más de un tercio de ellos tiene presencia en Facebook.

Es la principal conclusión de un estudio elaborado por Dosdoce, portal que analiza periódicamente el uso que se hace de las tecnologías en el sector cultural. Según dicho estudio, sólo el 15 por ciento de las galerías españolas enlaza su web con la red de Facebook, donde publican una media de 2 ó 3 noticias cada mes.

El 90 por ciento de los galeristas que utilizan Facebook no logra atraer la participación masiva de sus seguidores y cuentan con perfiles que atraen a menos de 500 seguidores. El dato contrasta con el que ofrecen sus competidores europeos y americanos, con más de 3.000 usuarios que conectan regularmente. Además, solo el 15 por ciento de las galerías españolas ofrece un catálogo con más de 50 fotografías de las obras que pretenden comercializar.

La causa fundamental de esas carencias es “el desconocimiento que tienen del funcionamiento de la red social”, según Dosdoce, que escrutó la realidad de algunas de las galerías más importantes de las 17 comunidades españolas. Los autores del informe creen que los responsables de las galerías “desconocen las reglas de la red social”, por lo que no están dados de alta correctamente y sus perfiles son difíciles de encontrar.

El objetivo de este estudio es analizar la manera en que las galerías de Arte están incorporando las tecnologías 2.0 en las estrategias de comunicación de sus actividades. Se trata de “ayudar a los profesionales de estas entidades culturales a tener un mayor conocimiento sobre los beneficios derivados de la presencia de una galería de Arte en las redes sociales”.

Los responsables del análisis publicado por Dosdoce creen que “las nuevas herramientas de comunicación 2.0 (blogs, wikis, redes sociales, podcasts, videos) están transformando la manera en que las personas acceden a la información cultural”, y que “no hay que olvidar que Facebook cuenta con más de 500 millones de usuarios en todo el mundo”, de los que 11 millones viven en España. Tampoco hay que olvidar que “el español es el segundo idioma más hablado por los usuarios de Facebook. El hecho de que las redes sociales no tengan fronteras permite a las entidades culturales mostrar sus artistas y exposiciones en mercados internacionales, algo que sería muy costoso en el mundo analógico”.